Los huracanes son fenómenos meteorológicos de gran intensidad que se desarrollan en los océanos tropicales, como resultado de la interacción entre aguas cálidas y condiciones atmosféricas favorables. Se trata de la fase más intensa de un ciclón tropical, un sistema de baja presión caracterizado por una circulación organizada de vientos en espiral alrededor de un centro definido.
Según la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), se distinguen por presentar vientos máximos sostenidos que alcanzan o superan los 119 km/h. Su estructura nubosa puede abarcar un área de entre 500 y 900 kilómetros de diámetro, generando lluvias intensas a lo largo de su trayectoria.
En el centro del fenómeno se encuentra el ojo, una zona de relativa calma, cuyo diámetro suele oscilar entre 24 y 40 kilómetros, aunque en algunos casos puede extenderse hasta cerca de 100 kilómetros.
La formación de huracanes ocurre bajo condiciones específicas, entre las cuales destaca que la temperatura de la capa superficial del agua supere los 26 °C. A esto se suma la presencia de una zona de baja presión atmosférica, que atrae vientos provenientes de diversas direcciones.
Estos vientos convergentes impulsan el ascenso del aire cálido y húmedo, que al elevarse libera vapor de agua. La energía necesaria para el desarrollo del huracán proviene del calor latente que se libera durante la condensación del vapor. Este proceso fortalece el ascenso del aire a lo largo del núcleo central del sistema, lo que intensifica la entrada de aire por las capas inferiores y su salida por las superiores.
Debido al efecto de rotación terrestre, conocido como fuerza de Coriolis, el aire en movimiento comienza a girar formando una espiral. En el Hemisferio Norte, este giro se produce en sentido contrario a las manecillas del reloj.
De acuerdo con el meteorólogo especializado, José Martín Cortés, el Fenómeno de la Niña es uno de los principales generadores de huracanes: “Corresponde al enfriamiento del mar en el pacífico ecuatorial, cuando esto sucede, favorece que en el atlántico el viento disminuya, y esto da como resultado que los ciclones, zonas de tormenta y huracanes, se puedan organizar”.
Huracanes: Intensidad, clasificación y riesgos para las comunidades

Cuando estos fenómenos meteorológicos tocan tierra, pueden provocar daños severos en las comunidades, como la destrucción de viviendas, infraestructura y la interrupción de servicios básicos, debido a la intensidad de sus vientos y lluvias torrenciales.
La magnitud de un huracán se determina principalmente por la intensidad de sus vientos sostenidos. Por ello, con el propósito de conocer la fuerza con la que se desarrolla un huracán y anticipar los efectos adversos que puede producir, se utiliza una escala de clasificación específica.
El Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos (CNH) usa la escala Saffir-Simpson para clasificar este tipo de fenómenos ciclónicos según la intensidad de sus vientos, que va desde la categoría uno (siendo esta la más leve) hasta cinco (representa la etapa de mayor fuerza). Esta tabla de medición fue desarrollada en 1969 por el ingeniero civil Herbert Saffir y el director del CNH, Bob Simpson.
Categorías del huracán

Los huracanes de cualquier categoría pueden provocar marejadas ciclónicas mortales, inundaciones causadas por lluvias intensas y tornados. Estos peligros hacen indispensable que las personas conozcan la magnitud con la que el fenómeno natural se está desarrollando y tomen medidas de protección, incluyendo la evacuación de las zonas vulnerables a las marejadas ciclónicas.
Categoría 1: Los huracanes con vientos sostenidos entre 118 y 153 kilómetros por hora suelen causar daños mínimos, principalmente en árboles, vegetación y casas móviles o remolques que no estén adecuadamente asegurados. También pueden provocar la destrucción parcial o total de tendido eléctrico y letreros mal instalados. Además, producen marejadas con alturas entre 1.32 y 1.65 metros por encima del nivel normal del mar, así como daños menores en muelles y estructuras de atraque.
Categoría 2: Cuando los vientos alcanzan velocidades entre 154 y 177 kilómetros por hora, se pueden crear daños considerables a árboles y vegetación, así como importantes afectaciones a casas móviles, anuncios y tendido eléctrico expuesto. Es común que se produzca la destrucción parcial de tejados, puertas y ventanas, aunque las estructuras principales de los edificios suelen mantenerse en pie. Además, puede provocar marejadas con alturas que van de 1.98 a 2.68 metros por encima del nivel normal del mar.
Categoría 3: Con vientos entre 178 y 209 kilómetros por hora, estos huracanes causan daños generalizados: árboles y letreros caen, se destruyen casas móviles y se afectan tejados y estructuras pequeñas. Las marejadas, de hasta casi 4 metros, provocan inundaciones extensas en zonas costeras, afectando incluso terrenos bajos a más de 13 kilómetros tierra adentro. Se requiere la evacuación total de las áreas vulnerables.
Categoría 4: Con vientos entre 210 y 250 kilómetros por hora, provocan daños extremos: árboles y arbustos son arrasados, y anuncios o letreros son destruidos. Se registran severos daños en techos, puertas y ventanas. Las marejadas alcanzan entre 4.29 y 5.94 metros sobre el nivel normal del mar, inundando terrenos bajos de hasta 3.30 metros de altitud, con penetraciones de agua de hasta 10 kilómetros tierra adentro. Se requiere la evacuación masiva de residentes en áreas costeras y zonas bajas hasta tres kilómetros tierra adentro.
Categoría 5: Con vientos superiores a los 250 kilómetros por hora, estos huracanes provocan daños catastróficos: árboles y arbustos son arrasados y arrancados de raíz, mientras que los techos de los edificios sufren daños severos. Los anuncios y letreros son arrancados y arrastrados por el viento, y las residencias pequeñas experimentan el hundimiento total de techos y paredes. La mayoría de las casas móviles son destruidas o gravemente dañadas. Las marejadas alcanzan entre 4.29 y 5.94 metros por encima del nivel normal.
Si bien todos los huracanes pueden originar vientos peligrosos, los de categoría 3 o superior se consideran mayores debido a su capacidad de causar daños catastróficos, así como una considerable pérdida de vidas, principalmente por la fuerza de sus vientos.