La imagen del ajolote ha trascendido el papel moneda y se ha convertido en un símbolo urbano en la Ciudad de México. Este diseño aplicado en el billete de 50 pesos ha llegado a la mercancía, en donde es visible en toallas, cobijas, tazas, prendas de vestir y hasta carteras.
Este fenómeno, que va mucho más allá de la simple transacción económica, revela cómo un billete puede adquirir un valor simbólico y cultural que supera con creces su denominación. Según un reporte de CNN, la fascinación por este billete ha generado un “secuestro” del efectivo: millones de ejemplares han sido retirados de circulación y resguardados como auténticas piezas de colección.
La noticia principal, confirmada por una encuesta reciente del Banco de México, es que casi 10 millones de personas en México prefieren guardar el billete de 50 pesos antes que gastarlo, motivadas principalmente por su diseño. Más de 11 millones de personas lo coleccionan o conservan, y el 68% de ellas posee entre uno y cinco ejemplares.
El atractivo visual, y en particular la presencia del ajolote en el reverso ha convertido a este billete en el más codiciado de la familia G, superando ampliamente al de 100 pesos (15%) y al de mil pesos (14%).
El fenómeno no se limita a la acumulación doméstica. De acuerdo con los estudios cuantitativos y cualitativos sobre efectivo realizados por Banxico con cifras al cierre de 2024, al menos 12,5 millones de pesos han sido retirados del flujo de circulación solo en billetes de 50, ahora almacenados en álbumes, cajones o carteras.
El 93% de la población encuestada ha tenido este billete en sus manos, pero solo el 75% lo utiliza para pagar. El 23% prefiere guardarlo y otro 4% lo colecciona. Incluso existen quienes los adquieren en internet por sumas que multiplican su valor nominal, llegando a pagarse hasta cinco o diez veces más por ejemplares “sin circular”.
El billete de 50 pesos, lanzado en 2021, presenta en su anverso la fundación de Tenochtitlán y en el reverso al emblemático ajolote, enmarcado por el ecosistema de Xochimilco, patrimonio cultural de la humanidad.
Este diseño ha sido reconocido internacionalmente: en 2022, la International Bank Note Society (IBNS) lo nombró el billete más bello del mundo, superando al de 200 dobras de Santo Tomé y Príncipe. El galardón destacó la riqueza cultural y el diseño contemporáneo del billete mexicano, consolidando su estatus como objeto de colección.
Las motivaciones para conservar el billete son diversas. Según la encuesta del Banco de México, el 69% de los encuestados afirma que lo guarda porque “el diseño está bonito y les gusta”, lo que equivale a 8,6 millones de pesos apartados por motivos estéticos. El 10% lo reserva como forma de ahorro, otro 10% lo considera un objeto coleccionable y el 5% (0,5 millones de pesos) piensa que puede obtener una ganancia futura al venderlo a un precio mayor. Solo el 1% (0,1 millones de pesos) lo guarda para regalarlo a familiares o amigos.
Hay quienes conservan más de 20 piezas, sumando 1,2 millones de ejemplares fuera de circulación. El fenómeno ha generado un mercado paralelo en internet, donde se ofrecen billetes en perfecto estado a precios muy superiores a su valor facial.
El auge del pago digital en la última década no ha impedido que este billete se vuelva más valioso por su estética que por su función monetaria. Desde su lanzamiento, la fascinación fue inmediata y se viralizó en redes sociales, donde comenzaron a circular publicaciones que ofrecían ejemplares “sin circular” a precios elevados.
El billete de 50 pesos, con su ajolote y su evocación del ecosistema de ríos y lagos de Xochimilco, ha logrado lo que pocos: convertirse en un objeto de deseo, símbolo cultural y pieza de colección para millones de mexicanos.
