Las vacaciones son una época de alegría, descanso y, para muchos niños, de cambios en la dieta. Helados extra, bebidas azucaradas, y menos estructura en las comidas se vuelven la norma.
Pero, ¿qué daños a largo plazo se desprenden de una mala dieta? La alimentación saludable es la base del crecimiento y aprendizaje, y un pilar fundamental en la prevención de la obesidad y enfermedades relacionadas con el peso, como la diabetes, de acuerdo con MedlinePlus.
“El consumo de alimentos chatarra y bebidas azucaradas es el principal factor de riesgo”, explicó en entrevista con Excélsior, el doctor José Antonio Castañeda, cirujano bariatra con dos décadas de experiencia.
El problema provoca una creciente prevalencia de daños metabólicos en niños y adolescentes. Es una señal de alarma que exige atención inmediata, en especial cuando factores familiares y hábitos de vida se entrelazan de forma compleja.
¿Cuántas calorías los niños consumen al día en vacaciones?
“Se calcula que se pueden llegar a consumir de 3 mil a 5 mil calorías en un periodo vacacional”, mencionó Castañeda para explicar cómo se conforma la obesidad: “Por cada 7 mil calorías que consume se consumen o consume un ser humano, esto representa alrededor de un kilo de grasa”.
Si un menor o cualquier persona supera la brecha del consumo de 5 mil calorías al día, podría enfrentar un severo problema de obesidad y enfermedades crónicas.
Castañeda advirtió que el sobrepeso tiene un origen claro. “Es un problema metabólico en donde las hormonas y las señales que envían a ciertos órganos están alteradas”, esto significa que ya no se procesa la comida de forma óptima para convertirla en energía.
El factor que hace posible un daño metabólico es un patrón de consumo poco saludable. Los malos hábitos de alimentación facilitan la excesiva pérdida de calorías, la desnutrición, sobrepeso u obesidad.
En específico, Castañeda, identificó a los alimentos chatarra como las principales fuentes de un alto contenido calórico. El problema empeora si hay bajo consumo de verdura y fibra.
“Por lo general”, retomó respecto a la mala alimentación, “se trata de alimentos ricos en grasa, carbohidratos, harinas, refrescos y bebidas azucaradas”.
Respecto a estos productos, algunas instituciones de salud han emitido recomendaciones específicas para evitar el daño que ocasionan a los niños:
- Bebidas azucaradas: la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda alejarlas de los niños de seis a 23 meses de edad, y el consumo de jugo 100% de fruta debe ser limitado. Estas medidas, aunque dirigidas a menores, resaltan la preocupación generalizada por el azúcar añadido en la dieta de los más jóvenes.
- Alimentos poco saludables: la OMS también hace una recomendación para que los alimentos ricos en azúcar, sal y grasas trans no se consuman en este grupo de edad. Esto incluye un llamado a acciones políticas amplias, como la regulación del etiquetado y las prácticas de marketing, y la necesidad de aconsejar a los cuidadores sobre los daños a corto y largo plazo de estos productos.
La ausencia de un ambiente de afecto a la hora de comer o la imposición de alimentos pueden llevar al rechazo de ciertos platillos, afectando el patrón de consumo. La disminución del apetito en niños de uno a cuatro años, resultado de una menor velocidad de crecimiento, facilita la aparición de desnutrición, haciendo que la insistencia excesiva en la comida sea contraproducente.
¿Cómo los daños metabólicos afectan a los niños?
“Una alteración a este nivel quiere decir que los órganos que se encargan del metabolismo no trabajan de una manera coordinada”, aclaró Castañeda.
Aunque no existe un consenso universal sobre su definición en la población pediátrica, se ha reconocido que puede generar repercusiones terribles para los niños.
- Obesidad y resistencia a la insulina: los pacientes con obesidad suelen presentar una acumulación de ácidos grasos libres (AGL) en el hígado, adipocitos, músculo esquelético y páncreas, lo que causa lipotoxicidad en las células beta pancreáticas e inhibición de la señalización de la insulina, llevando a la resistencia a la insulina, de acuerdo con un estudio publicado en Frontiers.
- Predisposición a diabetes: el doctor Castañeda explicó que, al tener obesidad, la aparición de esta enfermedad crónica es más probable.
- Hipertensión
- Problemas respiratorios
- Ansiedad y estrés
La adopción de una dieta occidental, rica en productos cárnicos, bebidas azucaradas, comida chatarra, granos refinados y alimentos ultraprocesados, se ha asociado directamente con un mayor riesgo de obesidad.
¿Cómo dar marcha atrás al daño metabólico en niños?
En palabras del doctor Castañeda: “Entre más peso tenga el paciente y mayor edad, son mayores los riesgos para la salud de estas personas. Para los niños representa de tres a cinco años menos de vida por el solo hecho de tener sobrepeso y obesidad”.
El daño metabólico puede ser reversible, pero es una lucha contrarreloj. Es necesario prestar atención a las señales de alerta.
“Si hay un aumento abrupto de peso, es el primer indicio de que las cosas no van bien. Y si esto se asocia a que te irritas de una manera frecuente o prefieres estar descansando, hay que acudir con un grupo multidisciplinario en salud”, mencionó el experto.
Recibir un tratamiento a la brevedad podría salvar vidas, en la experiencia de Castañeda, algunas personas no se dan cuenta de que viven con una enfermedad y pasan cinco años así en promedio.
En cuanto a los niños con daños metabólicos, será necesario agendar una cita con un pediatra endocrinólogo antes de acudir al nutriólogo. El cirujano sugirió este orden de acción porque primero es necesario conocer si el niño tiene sobrepeso, obesidad y si es obesidad mórbida.
Además de las recomendaciones de Castañeda, existen hábitos saludables que podrían mejorar la calidad de vida de los niños en vacaciones, de acuerdo con los NIH.
- Evitar la comida chatarra
- Colaciones saludables: incluir en las colaciones frutas, verduras picadas, flan, gelatina, arroz con leche o camote cocido, según la disponibilidad.
- Variedad en la dieta: insistir en la variedad de la dieta, alternando colores de frutas y verduras para evitar deficiencias de micronutrientes como la anemia o desnutrición.
- Reducir el consumo de productos ultraprocesados y azúcares: evitar el consumo de golosinas y frituras, especialmente cuando se acerca la hora de las comidas o colaciones.
- Tomar agua simple: animar al niño a consumir agua en lugar de bebidas azucaradas o gaseosas. Estudios controlados han demostrado que reducir la ingesta de bebidas azucaradas tiene un efecto positivo en el control de peso.
- Hacer ejercicio: promover la actividad física y la alimentación correcta como parte de un estilo de vida saludable. La actividad física reduce la presión arterial sistémica y mejora los marcadores tempranos de aterosclerosis en niños con obesidad.
La nutrición infantil va más allá del plato del día. Es una inversión en la salud futura de los niños, influenciada por la genética, el ambiente prenatal y, de manera crucial, por los hábitos alimentarios y de estilo de vida que se establecen desde temprana edad.
Durante las vacaciones, Castañeda recomendó seguir informados respecto a los alimentos dañinos para evitarla. Además, hizo énfasis en mantener una rutina estable para las horas de sueño, ejercicio y comida.
