En la inmensidad del océano, donde la luz se extingue y reina el silencio, existe un habitante que parece salido de una pesadilla: el pez telescopio, un depredador de la oscuridad que nos recuerda que muy en las profundidades del abismo marino existe un “mundo olvidado” por el tiempo y los seres humanos.
¿Qué hace especial al pez telescopio?
Este pez no es un pez común. Vive a profundidades que oscilan entre 200 y 2,000 metros, en lo que los biólogos llaman la zona mesopelágica o “crepuscular”, un lugar donde la luz solar nunca llega por completo y el mundo parece otro. Su cuerpo alargado y semitransparente, con ojos tubulares que apuntan hacia adelante, le confiere un aspecto casi alienígena.
El Smithsonian Ocean Institute describe al pez telescopio (Gigantura indica y Gigantura chuni) como una de las especies más adaptadas a la oscuridad marina. Sus ojos, en forma de cilindro, pueden rotar para captar presas en ángulos imposibles, lo que le da una ventaja en un entorno donde la visibilidad es mínima.Un depredador invisible en el “Mundo Olvidado”
Los científicos llaman a estas regiones del océano un “mundo olvidado” porque, a pesar de cubrir más del 60% de la superficie terrestre, sabemos menos de ellas que de la Luna. Aquí, la supervivencia se basa en la adaptación extrema: cuerpos transparentes, bioluminiscencia y estrategias de caza únicas.
El pez telescopio se alimenta principalmente de crustáceos y peces pequeños, usando su increíble capacidad visual para acechar desde la penumbra. Sus mandíbulas son extensibles, lo que le permite engullir presas de tamaño considerable en relación con su cuerpo.
Características sorprendentes
- Ojos tubulares móviles: Pueden girar hacia adelante y hacia arriba, como si tuviera un radar integrado.
- Cuerpo fusiforme y translúcido: Ideal para evitar reflejos que lo delaten ante depredadores.
- Tamaño moderado: Mide entre 10 y 18 cm, pero su capacidad de caza lo convierte en un depredador eficiente.
Adaptaciones que parecen ciencia ficción
En un ambiente donde la presión es 200 veces mayor que en la superficie, este pez ha desarrollado un sistema ocular que maximiza la luz mínima. Los ojos telescópicos están recubiertos de una retina altamente especializada para captar bioluminiscencia, la única luz que existe en el abismo marino.

¿Por qué se volvió viral?
En 2025, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) compartió imágenes de esta especie en redes sociales, lo que desató millones de interacciones. Usuarios comentaban que “parecía un personaje de película” o “un testigo del fin del mundo”. La fascinación radica en lo desconocido: criaturas que habitan zonas inaccesibles para el ser humano.
Un símbolo de la biodiversidad oculta
El pez telescopio es un recordatorio de cuánto desconocemos sobre nuestro planeta. Cada hallazgo en las profundidades marinas nos confronta con preguntas sobre la evolución, la adaptación y la vida en condiciones extremas. Investigaciones recientes sugieren que estas especies podrían ser clave para entender procesos biológicos únicos, como la visión en entornos sin luz.
¿Existe un “Mundo Olvidado” en el océano?
Sí, y el pez telescopio es su embajador. La zona crepuscular, donde habita, es un territorio casi inexplorado, lleno de organismos extraños que se comunican con destellos, migran verticalmente cada noche y participan en el mayor ciclo de carbono del planeta. Sin esta región, el equilibrio climático colapsaría.
Curiosidad que inspira ciencia
El asombro por este pez no es trivial: impulsa investigaciones sobre biotecnología, óptica y medicina. Los mecanismos que le permiten ver en la oscuridad ya inspiran desarrollos en cámaras submarinas y sensores de visión nocturna.
La pesca de arrastre y el cambio climático amenazan estas zonas profundas. Si bien el pez telescopio no es una especie comercial, el deterioro del ecosistema impacta su supervivencia. Proteger la “zona crepuscular” no solo salva criaturas fascinantes, sino que preserva procesos que regulan el clima global.
Cada vez que observamos al pez telescopio, recordamos que la naturaleza siempre guarda secretos. Tal vez, en el fondo del océano, encontremos respuestas a desafíos humanos. Y quizá, proteger este “Mundo Olvidado” sea una de las tareas más urgentes del siglo XXI.