Por primera vez en México, el latido antiguo de la medicina yaqui ha encontrado un lugar oficial dentro del sistema público de salud en México, y María Francisca Rosario Matuz, doña Panchita dirigirá el primer consultorio tradicional indígena aprobado por la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), en el hospital IMSS Bienestar en Vícam Switch, corazón de la Nación Yaqui.
Un acontecimiento inédito que no sólo respalda oficialmente el uso de infusiones, ungüentos, masajes y limpias tradicionales, sino que reconoce, en el papel del Estado Mexicano, que la salud también habita en la cosmovisión de los pueblos originarios.
Doña Panchita, heredera de los saberes curativos de su madre y sobrina de la legendaria sanadora yaqui María Matuz, ha pasado más de 15 años aliviando cuerpos con plantas, rezos y sus manos que aprendieron a sanar desde la infancia, mirando partos y aprendiendo- remedios que nunca se enseñaban en aulas.
“Yo aprendí de mi mamá porque ella sanaba, y también era partera. Ahí me daba cuenta que llevaba una persona a dar a luz con ella, yo aprendí de ahí, no me dejaban entrar pero yo siempre miraba”, platicó.

El 18 de julio, la mujer fue designada como responsable del primer consultorio de medicina tradicional indígena aprobado por la Cofepris
En el patio de su casa, doña Panchita cultiva un jardín que es más que un huerto: guayabos, ruda, epazote, hierba del golpe y el tabachín de la sierra -flor que alivia riñones, regula la presión y combate la diabetes- crecen entre sombras y luz, recordando que, en esta tierra, cada planta guarda un destino.
“Cuando no llueve se empiezan a comer (los animales) de todo ahí en el monte, ahí es donde se va a acabando la medicina tradicional y luego si no llueve con más razón”, platicó para La Jornada.
Ese mismo monte en territorio yaqui provee las hierbas que ahora se preparan en el consultorio del hospital, donde también atiende una partera yaqui capacitada por médicos institucionales para combinar el cuidado culturalmente pertinente con la atención obstétrica segura.
El modelo es sencillo y profundo, el paciente puede acudir al médico del IMSS, a doña Panchita o a ambos. No se trata de excluir, sino de sumar. “Aquí se cura de todo”, asegura. “Revisamos a la gente, les damos cita cada mes y, si traen un dolor, aquí vienen. Es su espacio”.

La misión sigue siendo la misma para doña Panchita, quien aprendió en la cocina de su madre, viendo hervir agua en ollas con hojas recién cortadas y escuchando las voces de mujeres en labor de parto. Ahora, ese acto milenario se ejerce bajo techo institucional, sin perder su esencia y raíz.
En la Nación Yaqui -ocho pueblos extendidos entre la sierra del Bacatete, el valle fértil del Yaqui y la costa del Mar de Cortés- hay al menos 12 sanadores activos. Ninguno cobra por atender; la retribución es, cuando llega, una propina o un obsequio. En ese tejido de reciprocidad y servicio se sostiene una tradición que ha sobrevivido a sequías, modernidad y desplazamientos.
El hospital donde se encuentra el consultorio fue inaugurado el 12 de julio por la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, como parte del Plan de Justicia para el Pueblo Yaqui. Con una inversión de más de 700 millones de pesos, cuenta con quirófanos, sala de neonatos, 30 camas y 56 especialistas.
La Cofepris avaló este espacio tras revisar sus prácticas y protocolos, pero en la comunidad, la validación llegó mucho antes, a través de años de confianza a una mujer que jamás dejó de atender a quien llegó a su casa.
